Pedalear hacia un futuro más saludable, sostenible y eficiente

En los últimos años han convergido dos estudios que profundizan en el enorme impacto transformador que la bicicleta y la movilidad activa pueden tener en nuestras ciudades, la salud pública y el medio ambiente.

1. Beneficios globales del ciclismo urbano (PNAS, junio 2025)

Un estudio de la UCLA y Google analizó datos de 11 587 ciudades en 121 países, demostrando que cada kilómetro adicional de carril bici genera unos 13 400 km extra recorridos en bicicleta al año, en la ciudad promedio  .

Ese aumento en la movilidad activa se traduce en una reducción cercana al 6 % de las emisiones globales de CO₂ y en una mejora anual de la salud valorada en 435 000 millones de dólares .

El estudio destaca además que la densidad urbana y el diseño de calles (aceras amplias, carriles protegidos, pacificación del tráfico) son factores clave para fomentar el caminar y pedalear – y esto, sin importar el clima o la geografía  .

El estudio evaluó 11 587 ciudades, concluyendo que una red ciclable de calidad – con carriles amplios, intersecciones seguras y calles calmadas – promueve de forma directa el ciclismo urbano. Cada kilómetro de carril bici protegido genera un incremento de 13 400 km recorridos en bici al año  .

Las ciudades con redes tipo Copenhague, como Buenos Aires, Montreal u Osaka, demuestran que no hace falta copiar al detalle este modelo, sino adaptar sus ideas a contextos locales .

Ziclo-P 2023 by Ina
2. “I love bicis”: salud y longevidad al pedalear

Un artículo de El País de mayo de 2020 recogía resultados de una investigación en Reino Unido (25 años, 300 000 personas) que comparó diferentes medios de transporte. La conclusión fue contundente: quienes acuden en bicicleta al trabajo reducen un 20 % su tasa de muerte prematura, un 24 % las enfermedades cardiovasculares y un 11 % la incidencia del cáncer, frente a quienes van en coche .

Caminar al trabajo también aporta beneficios (reducción del 10 %–20 % en mortalidad y enfermedades crónicas). El efecto beneficioso se atribuye principalmente al ejercicio físico, aunque factores como la contaminación y el estrés también influyen .

¿Qué significan estos hallazgos para nuestras ciudades?

1. Rediseñar espacios urbanos: invertir en carriles protegidos, cruces peatonales seguros, aceras amplias y limitación del tráfico motorizado beneficia la salud, reduce emisiones y previene accidentes.

2. Movilidad como medicina: desplazar efectos económicos concretos al sistema sanitario y reforzar la importancia de políticas públicas que promuevan la movilidad activa.

3. No se trata de climas, sino de elección: los datos muestran que no existe correlación fuerte entre clima y uso de bicicleta: basta una infraestructura segura y atractiva para que las personas adopten la bici, incluso en climas extremos .

En resumen, estos dos estudios entrelazan ciencia, salud pública y urbanismo, y convergen en una conclusión clara: diseñar ciudades para caminar y pedalear no es un capricho, es una estrategia integral con beneficios bien cuantificados. Desde ahorrar miles de millones anuales hasta prolongar vidas y descarbonizar nuestras calles, cada kilómetro de carril bici cuenta. El reto ahora es traducir estos datos en decisiones políticas urgentes y visibles en nuestras ciudades.


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